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Se inició en la danza a los 4 años, bailando algunos clásicos de marinera norteña junto a su padre, Américo Vílchez, quien integraba algunos grupos de música criolla. “Desde entonces asocié todo lo que siento por el Perú con el baile”, confiesa Antonio.

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De niño, Antonio perteneció a la  academia de marinera Alma norteña.

En el año 2000, Antonio se unió a la Escuela Nacional Superior de Folklore. “Quería compartir mi pasión con otros”, comenta. En paralelo, estudió danza contemporánea y descubrió la música y el baile afroperuanos a través del grupo Perú, todos los ritmos. Aprendió a tocar cajón y a zapatear, y, hasta el día de hoy, su propuesta de integrar lenguajes de movimiento, percusión y ritmo es el eje de su amor por la cultura peruana.

LA INSPIRACIÓN

Como coreógrafo, músico y educador, Antonio formó parte del equipo del musical «Let’s Dance», de la Transcendence Theatre Company, en el Parque Histórico Estatal Jack London de Kenwood, en California.

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Antonio siente una debilidad especial por el zapateo y la danza afroperuana.

A pedido del director del musical, Luis Salgado, Antonio aportó un toque de sazón latinoamericana a las coreografías que se prepararon para el show; especialmente a la danza “42nd Street”, para la cual combinó el estilo del zapateo con el swing estadounidense. “Fue un intercambio cultural inolvidable”, nos dice. “Desde los ensayos hasta las dinámicas, cada integrante se encargaba de difundir su cultura. Todos venían de diferentes lugares, detalle que lo hizo más enriquecedor”.

Sobre el escenario, Antonio también se lució bailando, tocando la quijada, cajita y cajón, además de otros instrumentos de percusión. Provocó la emoción del público y el orgullo entre sus compañeros de elenco. “El baile es un lenguaje artístico que me ayuda a conectar con mi presente y mi pasado”, revela. “Me expreso a través de la danza, el zapateo y el mestizaje”.

Luego de tres semanas de performance, se quedó con un recuerdo más allá del escenario. Al despedirse, el baterista del elenco le entregó un papel con un escrito que decía: Gracias por inspirar nuestras raíces latinoamericanas. “Sentí que cumplí una de mis metas cada vez que voy a un lugar: inspirar”.

Antonio se siente inspirado a seguir predicando el amor por la música y el baile. Como profesor de nuestro grupo A Todo Cajón desde 2016, lo llena de satisfacción haber asumido retos como formar parte del equipo de coreografía de la apertura de los Juegos Panamericanos 2019, donde también participaron sus alumnos. Antonio sueña en grande: “A futuro, podríamos ir al extranjero a representar a nuestra patria y al Club”, dice. “El grupo es una familia: nos apoyamos y siempre buscamos crecer”.