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Almuerzo danzant en nuestra sede Chorrillos, un siglo atrás.

 

La Lima de los años veinte respiraba modernidad y optimismo. Eran tiempos de cambios, de una sociedad que comenzaba a abrirse a nuevas costumbres, y el Club de Regatas “Lima” no fue ajeno a ese espíritu. En nuestra entonces pequeña sede de Chorrillos, las celebraciones sociales eran el punto de encuentro de la membresía, que encontraba en ellas una oportunidad para compartir amistad, elegancia y alegría.  

Bajo la presidencia de Hernán Bellido, iniciada en 1924, el Club emprendió una importante campaña para atraer nuevos asociados —por entonces apenas eran unos cientos— y organizar eventos que dinamizaran la vida institucional. Entre esas actividades destacaron los célebres “almuerzos danzant”, que convocaban a los invitados a disfrutar de una exquisita comida, refrescantes cócteles y, sobre todo, del encanto del baile al ritmo de las bandas de la época.

La revista “Mundial”, semanario cultural limeño que se publicó desde 1920 hasta 1931, reseñó en febrero de 1924 el animado ambiente de uno de estos almuerzos: una jornada que se prolongó desde el mediodía hasta el atardecer, marcada por la elegancia de los asistentes y el entusiasmo que reinaba en cada rincón del local.

Aquellos almuerzos danzant fueron, en muchos sentidos, los precursores de las grandes fiestas de carnavales que, desde la década de 1930 y especialmente en los años 50, alcanzaron popularidad en el Club y en toda la ciudad de Lima. Pero, más allá del espíritu festivo, estos encuentros también tuvieron un fin solidario: los fondos recaudados permitieron impulsar mejoras en la sede, como la instalación del sistema eléctrico, que hizo posible iluminar los espacios y extender las celebraciones hasta altas horas de la noche.

Cien años después, el Club de Regatas “Lima” ha cambiado en tamaño y en infraestructura, pero el espíritu de camaradería, alegría y unión que animó aquellos almuerzos de antaño sigue presente en nuestra gran familia regatina.

150 años escribiendo historias.

 

El baile, la comida y los cócteles no podían faltar en estas celebraciones que se extendían a lo largo de la tarde.