Maricarmen Silva, coordinadora de ballet en el Club de Regatas “Lima”, lleva su profesión hacia un objetivo social: enseñar a quienes más lo necesitan.
El arte de enseñar es el arte que te ayuda a descubrir. Maricarmen Silva, asociada del Club, entendió muy bien esta frase desde que su madre la llevó junto a su hermana Verónica a dar sus primeros pasos en el ballet. “Éramos pequeñas, pero recuerdo que yo iba muy desinteresada del tema”, comenta. Sin embargo, no pasó mucho para que, al ingresar al auditorio y conocer a su maestra, Lucy Telge, las cosas dieran un giro inesperado. Quedó enamorada de las barras, el movimiento y la armonía que transmite cada paso en el escenario.
Su primera clase fue solo el inicio de su pasión. Tras descubrir el baile, la práctica la llevó a convertirse en integrante del Ballet Municipal de Lima y poco a poco, el mundo del arte y las mallas la llevaron a desenvolverse como maestra en la Royal Academy de Londres, lugar que le dio las bases para transmitir a otros lo que ella tanto amaba hacer: bailar.
Sus inicios como maestra se dieron en nuestro Club, donde lleva más de 22 años como coordinadora. “En esa época comenzamos en un espacio reducido, con un grupo de 5 niñas. Hoy tenemos un auditorio, 40 niñas de todas las edades y muchas facilidades que nos brinda la directiva para continuar practicando”, comenta. Para ella, la felicidad de las pequeñas cada vez que se presentaban, enternecía su alma. “Me conmovía como se iban moldeando paso por paso, y con el paso del tiempo comencé a preguntarme: ¿Si estas niñas son felices, por qué no podría haber más?
Así, a los 42 años Maricarmen decidió unirse como voluntaria del Colegio Brígida Silva de Ochoa, para seguir fiel a su convicción de compartir arte y hacer felices a los demás. Para ella, en este lugar fue que entendió el verdadero sentido del arte: “Te alegra la vida, pero, sobre todo, te ayuda a sobrevivir”, confiesa la coordinadora. Nuestra bailarina ha cumplido el sueño de muchas niñas, la mayoría residentes de asentamientos humanos, quienes ven el taller de ballet como un escape a la difícil situación en la que se encuentran. Ya han sido muchas las que asistieron a eventos de calidad internacional, realizando presentaciones online o presenciales, y que hasta hoy se siguen preparando para futuros eventos.
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Para Maricarmen los sueños solo se cumplen si uno toma acción, llevando la fuerza interna por caminos fuera de nuestra zona de confort. La independencia con la que se luce y expresa al hablar, la transmite a quienes le rodean, en especial a sus alumnas. Por ello, para recaudar fondos para sus próximas presentaciones, ha optado por el reciclaje de plástico, cartón, papel, fierro, etc. “Muchas veces, el área de Culturales me ha ayudado con diferentes iniciativas que también suman a este gran proyecto social”, comenta Maricarmen.
Para ella las metas son importantes, y la pandemia no fue impedimento para que las pequeñas bailarinas se sigan preparando para diferentes eventos virtuales. “El sentido del empoderamiento es importante para las niñas, este tipo de valores son los que prevalecen en el baile y sobre todo, en todos los ámbitos de su vida”, finaliza. Poco a poco, nuestra coordinadora siente que uno de sus sueños más enriquecedores se puede hacer realidad: ver a las niñas de ambos grupos practicando juntas, aprendiendo a no tener vergüenza, a ser sensibles y a compartir.