En la Escuela de Rock del Club, chicos y chicas de 5 a 14 años pueden aprender a tocar la guitarra, el bajo y la batería.
Carlos Chávez respira música. Como muchos, comenzó cantando en el coro de la iglesia y en algunos musicales del colegio. Pero su verdadero vínculo con la pasión que conserva hasta hoy llegó cuando conoció a los integrantes de G–3. A mediados de los ochenta, se sumergió en el mundo de la música como seguidor de esta banda de punk rock. Se hizo amigo de ellos, aunque le llevaran unos cuantos años. Ir a sus conciertos y a sus ensayos le provocó aprender a tocar un instrumento. De hecho, en un viaje al Cusco con la gente de G-3, compró una guitarra acústica de cuerdas de nailon. Empezó a tocar con una cuerda, por oído, la canción que creía más sencilla de aprender: “Smoke on the Water”, de Deep Purple. “Mi sueño siempre fue ser guitarrista, pero, como no tengo una motricidad muy fina, no se me hizo fácil, así que aprendí a tocar el bajo, que es un guitarrón”, comenta.
En el bajo no solo encontró su instrumento, sino también la posibilidad de integrar una banda a la cual admiraba: Descontrol. El bajista se había ido a vivir al extranjero; necesitaban reemplazarlo. La motivación para aprender todas sus canciones fluyó de manera natural. Carlos fue a la audición con la lección aprendida y, aunque no lo eligieron, ese paso lo llevó a formar su propia banda a los 16 años: Situación Hostil.
A fines de los ochenta, la escena musical limeña tenía entre sus protagonistas a figuras como Miki González, Arena Hash, Tierra Sur, Frágil o Julio Andrade. “Ver a Pelo (Madueño) tocando con Miki, habiendo sido Pelo uno de los padres del punk en el Perú, hizo que varios músicos nos preguntáramos por qué no podíamos tener un lado ‘B’, un lado más pop”, explica Carlos.
Tiempo después, sus amigos de G-3 formaron el grupo Beat Sudaka y, esta vez, necesitaban un cantante. Un día, Carlos, que hasta ese momento era bajista de Situación Hostil, los acompañó a su estudio. Lo recogieron del colegio, para ser más exactos, y en ese mismo rato comenzaron a componer juntos. “Terminé siendo el cantante de esta banda fusión. Tocábamos reggae, rock, pop, y lo complementábamos con algunas canciones de The Doors. Yo era fanatico de The Doors”.
Así, Carlos llegó a las “grandes ligas”. Fue entrevistado en la tele, por Jaime Bayly, y cantó con los músicos que admiraba. El Tarot Pub, en Comandante Espinar, era uno de los lugares donde solían presentarse. “Me hice amigo de todos; nos convertimos en una gran mancha”, recuerda.
Pero el grupo se disolvió más temprano que tarde. Entonces, llegó el momento de Backdoor Men, la banda tributo a The Doors con la que toca hasta hoy. La formaron en 1991 y el año pasado celebraron su 30 aniversario a lo grande, tocando en el Sargento Pimienta. “En una época me alucinaba Jim Morrison”, confiesa.
Ya en este siglo, en 2009, junto a Coqui de Tramontana decidieron formar otra banda tributo. En este caso, a AC/DC. Le pusieron Crazy Dizzy y tuvieron unos años espectaculares. “Tocábamos toda la semana; a veces hacíamos tres shows en un día”.
Eran un hit en las playas de Asia, durante los veranos. Incluso sus pruebas de sonido se llenaban de público, de padres que disfrutaban de la música en compañía de sus hijos. Ese fue el detonante que lo impulsó a crear la marca 4 Kids 2 Rock, con la que comenzaron a presentarse en shows familiares, los domingos por la tarde en una conocida pizzería barranquina. “Eran un éxito. Al final del show, hacíamos subir a los chicos al escenario. Saltaban con nosotros. Algunos iban con sus guitarras”.
“¿Y si hacemos una escuela de música para chicos?”, se preguntó Carlos. “Fui al Regatas, busqué al vicepresidente (Guillermo Illescas, quien también ocupa la vicepresidencia actualmente), se dieron las cosas y empezamos. Montamos una escuela de rock en el Club, con dos aulas bien preparadas y muchos instrumentos”, recuerda. “Nuestra promesa era que los chicos podían llegar sin conocimientos musicales y aprender a tocar una canción en un verano. Desarrollamos un método de enseñanza, mediante manuales, que les da las herramientas técnicas para tocar las canciones, sea en guitarra, bajo o batería. Después del primer mes, los vamos acomodando por niveles: básico, intermedio o intermedio plus”.
A la Escuela de Rock son bienvenidos desde los 5 hasta los 14 años. “A los 5 tienen la motricidad suficiente para agarrar una guitarra o la batería. Algunos son supercoordinados desde niños”, apunta Carlos. La Escuela trabaja con dos profesores: Nicolás Ojeda, baterista de Crazy Dizzy, Pelo Madueño, Autobús, entre otros grupos, enseña a tocar batería; mientras el talentoso Toño Zapata enseña instrumentos de cuerdas.
Del taller, los más constantes pueden aprender a tocar en una banda. “Y, después, en algún momento podríamos llegar a producirlos”, agrega Carlos. “Antes de la pandemia, algunos chicos ya llevaban acompañándonos varios años. Con ellos logramos armar cuatro bandas y un producto nuevo que se llamó Rock Band. Lo que hacíamos era enseñarles a tocar en banda; cada uno cumplía su rol”.
Actualmente son dos las bandas formadas en el Club que se mantienen en boga y enfocadas: Toxic, compuesto de chicos cuyas edades oscilan entre los 15 y los 17 años; y Venus, integrada por chicas de 13 a 15 años. “Nuestra promesa era hacerlos tocar”, dice Carlos, y la cumplieron. Junto a estas bandas llegaron a hacer un tour con Crazy Dizzy. “Tuvieron todo un invierno para crear un repertorio. Nos presentamos en Chorrillos, en San Antonio, en Santa María, en algunas playas de Asia…”.
Este sábado 28 de mayo, en nuestra sede Chorrillos, tanto Toxic como Venus se presentarán en la Expo Talleres. El reto mayor, si todo marcha bien, llegará en setiembre, cuando las dos bandas tocarán en el Sargento Pimienta en un show familiar para el recuerdo. ¡Que viva el rock and roll!
Si estás interesado en unirte a la Escuela de Rock, escríbenos a: fcastillo@clubregatas.org.pe