La música es lo suyo. Carmen Flórez lleva más de 50 años enamorando al público con sus interpretaciones del repertorio criollo. Desde pequeña disfrutaba de las reuniones que su padre, José Toribio, y su madre, Isabel Soto, organizaban en familia, entre bailes, rumbas y boleros. A pesar de tener seis hermanos, Carmen comparte su pasión por la música solo con uno de ellos: Roberto ‘El Chino’ Flórez, quien formó parte de Los Pregoneros de Lima. “Cada vez que ensayaba, él me invitaba a cantar, fuera la hora que fuera. Siempre compartimos escenario. Roberto fue mi sembrador de la música, el canto, el baile y la guitarra”, recuerda Carmen, que acaba de terminar una partida de solitario en el cuarto de juegos del Club. Adquirió este hábito hace algunos años. “Es como un tiempo que me doy a mí misma, en un lugar que me da tranquilidad”, nos dice.
Para la década de los cincuenta, Carmen ya pertenecía al grupo de coro de su colegio, el Santa Úrsula. Su carrera despegó tras frecuentar Las Tertulias, un espacio dedicado al gusto por el criollismo. “Allí me encontré con grandes músicos, como Los Vásquez y Acosta Ojeda”. Corría el año 1962 cuando ingresó a la Asociación de Artistas Aficionados. A lo largo del tiempo, “con ellos participamos en diferentes presentaciones, como el Festival de Cosquin, en Argentina, y el de Peruanische KünstenMusik, en Alemania”.
Durante varios años, Carmen compaginó su faceta musical con su vida de oficinista. Después del colegio, estudió Secretaria Ejecutiva. “Fui secretaria de gerencia en lugares como la Embajada de Argentina y el Banco Gibson”.
Todo cambió cuando nació su hija Giuliana Arboccó, en 1971. “Quería que mi hija pudiera pasar sus mejores momentos conmigo, cuidarla y protegerla desde sus primeros años”, comenta Carmen. Al poco tiempo, le propusieron grabar su primer LP: “Voz y mensaje”. En él, interpretó célebres canciones de la música criolla. “Tenía la voz y las ganas de cantar, y ya había adquirido conocimiento sobre el repertorio musical que necesitaba conocer”, precisa. Desde entonces, comenzó a presentarse en vivo; incluso, en nuestro Club. “Es un lugar con un público muy cálido y alegre”.
UN DESAHOGO MARAVILLOSO
Para Carmen, no hay mejor espacio de interacción y expresión que el escenario. “La música me ha ayudado a sentir mis emociones y a compartirlas con otros”, confiesa. “Cuando canto, recuerdo a mis seres queridos y los imagino en diferentes situaciones. A veces no logro contener las lágrimas”.
Además, mediante sus propias composiciones, Carmen transmite el amor por su patria. Es autora del álbum “Triste con Tondero”, que contiene canciones como “Mi Patria”, “Imposible olvidarte” y “El Pisco es del Perú”.
Hay algo que prevalece en los recuerdos de Carmen. “Todo lo que hagas debe ser para bien”, advierte. Fue una lección que le enseñaron sus padres y que, como docente de música en diferentes colegios, siempre trató de compartir. Sonríe con dulzura y nos dice: “Todo lo que he hecho en mi vida me ayudó a conectar. Es lo más importante al momento de dar una presentación”.