Asociado vitalicio del Club de Regatas “Lima”, Karim Calmet fue el único de los “muchachos que entró al grupo de los viejos”. Así define su ingreso al entrañable grupo de amigos que, a partir de la década de los setenta, marcó la esencia del Bar Senior de nuestra sede Chorrillos.
Algunos de ellos se juntaban en la cancha de fulbito. “Karim, ponte al arco, nos falta uno”, le decían. “Yo tenía 30 años; ellos bordeaban los 40. Yo era el único muchachito que ingresaba al bar”, recuerda Karim. “Después del deporte, muchos disfrutaban junto a sus amigos”.
En el Bar Senior, algunos jugaban dudo y otros, a la mona; algunos se reunían a tomar sus tragos y otros, a tomar el té. “En esa época de los setenta, las importaciones estaban prohibidas, teníamos que buscar a alguien que nos brindara tragos, cigarrillos, etc… Todo estaba caro”, cuenta Karim. Incluso los que se juntaban a tomar el té habían establecido una dinámica particular. “Uno llevaba el limón; otro, un filtrante para todos; un tercero, un poquito de azúcar, y le gorreban el agua caliente al Club”. El filtrante pasaba de mano en mano ni bien teñía el agua de cada taza. “Si alguien lo dejaba más tiempo en su taza, el siguiente se molestaba… Yo los bauticé como la orgía del té”, agrega nuestro asociado vitalicio.
Pese a su nombre, el Bar Senior nunca fue propiamente un bar, sino un espacio de entretenimiento donde había tragos, pero no un bartender. “En aquellos años la concesión del 18.7.5 fue asignada a un señor que tenía un restaurante muy lujoso en el Centro de Lima. Como lo conocíamos, nos ponía un mozo para nosotros”, revela Karim. La estructura era diferente a la actual: el chifa Chung Tong, obviamente, no existía y el restaurante 18.7.5 conectaba directamente con el Bar Senior.
Antaño, una de las reglas de oro del Bar Senior era que ninguna mujer podía ingresar. Sin embargo, hubo una que sí lo hizo: Gertie Toro-Lira, esposa de Guillermo Toro-Lira. “Ella había conseguido un pase dorado: cada vez que iba, llevaba un whisky”, comenta Karim, entre risas. “Guillermo era asociado, pero no solía asistir al Bar Senior. Él era frontonista y alguna vez postuló a la presidencia del Club. Quedó en segundo lugar… Luego Guillermo formó el grupo del 22, al cual también pertenezco”.
Quien sí llegó a ser presidente del Consejo Directivo del Club fue Julio Noriega Pazos (del año 72 al 76), artífice de uno de los emblemas que hoy caracterizan al Bar Senior: los blasones que representan la personalidad de cada uno de los miembros que antaño frecuentaban el lugar. Se ubican en una de las paredes laterales, en ocho cuadros que abarcan 50 blasones distintos. “Julio era un gran diplomático, siempre caía bien y tenía arte, no solo para dibujar los escudos, sino para interpretar lo que cada persona podía llevar en sus representaciones gráficas”, nos explica Karim.
Por ejemplo, los escudos que incorporan tazas de té en sus respectivas gráficas pertenecen a los integrantes de la orgía del té. “Algunos tienen dibujos vinculados con los deportes o pasatiempos de cada uno; incluso, con sus apodos, como el de ‘El Gato’ de la Fuente… Para saber a quién pertenecía cada escudo, tenías que conocerlos”.
A través de Karim, nosotros ahora conocemos estas historias del recuerdo que vale la pena conservar para la posteridad. ¡Salud por eso!