La última vez que Ismael hizo teatro fue en Miami, en 2013. Entonces, formó parte del elenco de la comedia “Un espíritu burlón”. “Es la primera vez que hago un drama en el teatro”, nos dice a propósito de “El hijo”, donde no solo actúa, sino que protagoniza 15 de las 17 escenas de la obra. “Termino agotado, mucho más cansado que luego de entrenar dos horas de remo. Implica un desgaste físico y emocional”, confiesa. No por gusto pierde más de un kilo por función.
A lo largo de sus 25 años de carrera artística, lo hemos visto en un gran número de telenovelas y series; en especial, en grandes producciones del extranjero, pero en pocas obras de teatro. De hecho, en el Perú, Ismael no pisaba las tablas desde el año 2000. “Reconectar con el teatro ha sido muy satisfactorio. En la primera semana de estreno fue a verme mi familia, la gente del remo… Mi hija Ishana (de 10 años) fue corriendo a abrazarme apenas bajé del escenario, y se puso a llorar ni bien me vio. Tanto ella como Varek (su hijo de 12 años) tienen dotes actorales, son muy sensibles”.
Las emociones están a flor de piel durante las dos horas que dura cada función. Tanto por el tema central que aborda “El hijo” (la depresión adolescente), como por el carácter intimista del propio teatro De Lucía, que permite al espectador sentirse parte de la obra. Pero, sobre todo, “El hijo” es una invitación al diálogo: pone sobre la mesa la importancia de hablar acerca de la salud mental y tomar conciencia de que existen asuntos que requieren ser tratados por especialistas.
A Ismael, la obra le llegó en el momento preciso. En el plano personal, encara el desafío de ser papá de dos preadolescentes. “Empatizo perfectamente con mi personaje”, nos dice. Es la primera vez que esta obra de Florian Zeller (mundialmente conocido por “El padre”) se monta en Latinoamérica, en víspera de que en Estados Unidos se estrene la versión cinematográfica, protagonizada por Hugh Jackman.
“Me enamoré del guion de ‘El hijo’. Es un regalo absoluto. Me movió y me motivó mucho. Por eso llevé a mis propios hijos a ver la obra”, revela Ismael. “Siempre les recalco que estoy para apoyarlos y buscar ayuda en caso experimenten algún episodio de depresión. No es el fin del mundo, pero a veces existe un desbalance químico de por medio y debe ser tratado. Es importante detectarlo y buscar ayuda a tiempo”.
De jueves a lunes, hasta el 5 de diciembre, todas las noches Ismael se convertirá en Pedro, un padre que lucha por estar a la altura del reto de lidiar con la depresión de su hijo adolescente. En el caso de Ismael, el reto va más allá. “Lo que más me ha costado es afianzar el texto, porque mi personaje habla muchísimo, y no es un monólogo. Es una obra bella con una carga dramática grande”.
A nivel actoral, siente que está en un buen momento, “muy confiado de cualquier reto que pueda tocarme afrontar. Eso me llena de satisfacción. Creo que en esta obra logro transmitir lo que mi personaje necesita transmitir. Es como ganar una medalla, lo comparo mucho con el deporte”.
Precisamente como deportista del Club se propone seguir creciendo en el remo para poder competir internacionalmente como máster. “Esa es mi meta. También me encantaría comenzar a hacer cosas en el ámbito cultural con el Club. Creo que el Regatas es una cuna de líderes que, constantemente, siembran valores y principios”.