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Nuestro asociado Jaime León se prepara para competir en la categoría 80-84 años del Mundial Máster de Atletismo Finlandia 2022, que se llevará a cabo durante los meses de junio y julio.

A mediados de los noventa, Jaime era el presidente de la Comisión de Fútbol de Universitario de Deportes. Casi treinta años después, continúa vinculado al deporte. Ya no como dirigente, sino como deportista. Como un atleta que, desde que sus amigos lo animaron a participar en las Olimpiadas Deportivas de su excolegio, no ha parado de lograr victorias y podios. Incluso, afuera: nada menos que en el Mundial Máster de Atletismo Málaga 2018, donde consiguió la medalla de bronce.

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Junto a su nuera, su nieto, su hijo Alfredo y su esposa Coty, en el Mundial Máster de Atletismo Málaga 2018.

Su carrera deportiva comenzó en el Colegio Militar Leoncio Prado, hace apenas cinco años. Jaime participaba de las olimpiadas internas jugando fulbito, destacando como un delantero veloz, imparable. “La velocidad siempre ha sido un arma importante”, confiesa. “Mi pique era impresionante”.

Como era una olimpiada en la que había de todo, le dijeron: “¿y tú por qué no corres los cien metros?”. Y Jaime los corrió. Y llegó a la meta antes que nadie. “Hay campeonatos nacionales… ¿Por qué no vas y corres por el Leoncio Prado?”, le sugirieron entonces. Y lo hizo. Ganó un par de torneos nacionales con suma facilidad, en la categoría de 75-79 años. “¿Por qué no vas a un mundial?”, le sugirieron después. “Ya pues, voy”, contestó él. 

Luego vino un torneo internacional en Arica y el I Campeonato Iberoamericano Máster de Atletismo Lima 2019, y en ambos se llevó el oro.

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Con dos exintegrantes de su colegio, el Leoncio Prado: Jorge Vivas y el ‘Chupo’ Arriola, en el Iberoamericano Máster de Atletismo Lima 2019.

“Así surgió todo esto”, dice Jaime, que cumplió ochenta años el pasado mes de febrero. Cuando se jubiló, supo que tenía que dedicarse a algo. Le interesaba estudiar Historia; siempre le gustó. A la par, jugaba sus pichangas de fulbito. Pero fue su hijo mayor, Jaime León Raspa, quien le propuso dedicarse al deporte. “Te va a hacer bien en esta etapa”, le dijo, y lo llevó al gimnasio del Regatas. “Ahí practiqué unos tres años. Estaba bien, me sentía fuerte”, recuerda Jaime papá.

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Junto a su hijo Jaime, que se dedica a la medicina deportiva y lo asesora en su nutrición.

Aprovechando que su hijo mayor es médico deportivo, Jaime comenzó a comer muy sano. Una dieta con énfasis en la ingesta de proteínas, con muchas verduras y sin una gota de alcohol ni un solo cigarrillo. “Tampoco es que sea un monje tibetano. Hago una vida normal, ¿ah?”, precisa.       

Hoy entrena a diario. Calienta, trota, hace estiramientos para evitar lesiones, corre piques cortos… “Ayer corrí siete veces 120 metros”, comenta. Su récord en los cien metros planos es de 14’60’’, pero está convencido de que lo puede batir. “Ahora que cumplí ochenta años, tengo la ventaja de ser de los más jóvenes de mi nueva categoría (80-84). En ella, el récord nacional es de 15’30’’; el sudamericano, de 15’03’’, y el récord mundial, de 14’30’’. “Creo que puedo batir el nacional y el sudamericano”, dice Jaime.

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En el podio del Mundial de Málaga.

Recuerda con una sensación amarga sus años como alumno del Leoncio Prado. Diez días antes de ingresar al colegio, allá por 1956, su padre falleció en un accidente automovilístico. Su madre estaba enferma de cáncer. “Fue una etapa difícil”, agrega Jaime. “Mi padre trabajaba como gerente general de la Compañía Peruana de Teléfonos. Me parece que fue un muy buen hombre. Serio, afable…”. Cuando murió, “pasamos del día a la noche; dejó de haber plata y propinas… pero yo lo asumí. Creo que siempre he manejado el estrés relativamente bien”.

En contraste, antes, mientras estudiaba en el San Luis Hermanos Maristas, en Barranco, Jaime fue muy feliz. Se dedicaba a jugar pelota, era el capitán del equipo… “En términos generales, la pasé bien en el colegio”, dice.

Luego estudió en la PUCP, Ciencias Económicas, algo de Psicología. Entró a trabajar en el Banco Progreso. Y se casó con Coty Raspa, quien acaba de fallecer en noviembre. Estuvieron casados más de cuarenta y cinco años. “Ella ha sido lo más importante de mi vida”, dice Jaime, sin dudarlo. “Todavía estoy de luto; el deporte me ayuda. Ella también era deportista, iba al gimnasio del Club, hacía zarzuela en el Regatas. Era un ser inolvidable. La invoco bastante… Le pido no sufrir lesiones. Cuando corro cinco o seis vueltas, voy pensando en ella”.

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Jaime León y Coty Raspa estuvieron casados más de 45 años.

Se hizo asociado del Club Regatas hacia 1985. Al tiempo, sus dos hijos comenzaron a jugar en el equipo de fútbol. “Antes peregrinábamos para encontrar canchas de fútbol, no existía la Villa Deportiva”, recuerda Jaime, futbolero de toda la vida. “Creo que nací siendo de la ‘U’”, confiesa, pese a que a su padre nunca lo escuchó hablar de fútbol. “Yo era un fanático. Escuchaba los partidos por la radio; iba a ver al equipo al estadio”.

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“En el Mundial del 70 Chale me regaló su camiseta”, revela, y nos cuenta que fue él quien llevó al ‘Niño terrible’ a jugar a la ‘U’. “Ahora la camiseta parece un manto Paracas”, añade.

Jaime fue dirigente de la ‘U’ en dos periodos: entre 1995 y 1997, durante la gestión de Alfredo González, y entre 2007 y 2010, durante el mandato de Gino Pinasco. “Ansiaba ser dirigente de Universitario; era mi ilusión. Creo que tenía las capacidades”, dice. De hecho, en ese segundo periodo fue que Ricardo Gareca entrenó al equipo y lo sacó campeón del Apertura 2008, y en 2010 apostaron por el entrenador Juan Reynoso, que llevó al plantel a los octavos de final de la Copa Libertadores. En 2010, incluso, el propio Jaime llegó a ser presidente de la ‘U’. Sentía el cariño de la gente, pero eran tiempos turbulentos para la institución, por lo que tuvo que dejar el cargo meses más tarde.

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Conserva un álbum con recortes periodísticos de su etapa como dirigente de la ‘U’.

Ahora Jaime se prepara para competir en el Mundial Máster de Atletismo Finlandia 2022, que se realizará en los meses de junio y julio. “En 2018 le dije que si lograba una medalla en Málaga, lo llevaba al siguiente mundial”, cuenta Jaime hijo. “Así que ahora me toca solventar el viaje a Finlandia… Por eso estoy chambeando duro”, añade, entre risas.

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Con este grupo de mayores del Regatas, Jaime juega fulbito todos los jueves. Cuando cumplió ochenta años, le rindieron un homenaje.

“El deporte deja una satisfacción y un mensaje”, añade Jaime papá, mientras muestra un álbum de recortes periodísticos de su etapa como dirigente crema. “Creo que todos podemos hacer deporte. Se pueden hacer cosas a esta edad: la vida no se acaba cuando uno se jubila”.

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Jaime cumplió ochenta años el pasado febrero. “Creo que todos podemos hacer deporte”, afirma.