Nuestro psicólogo deportivo nos habla sobre la importancia de la salud mental en los deportistas de alto rendimiento. Un trabajo de largo aliento en nuestra institución que inicia en los semilleros.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 nos dejaron una serie de momentos para el recuerdo: nuevas marcas impuestas, deportistas de distintas nacionalidades compartiendo una medalla de oro, así como la importancia de la salud mental. En este último ítem tuvimos ejemplos claros como el de Simone Biles, la gimnasta estadounidense que acaparó los titulares luego de renunciar a la opción de disputar una final para ocuparse de su bienestar emocional.
¿Qué tan importante es este ámbito en el deporte? José Antonio Valdivielso, psicólogo deportivo de nuestro Club por más de 15 años, nos explica cómo es que enfocan este trabajo en la vida de nuestros deportistas desde sus años de formación.
”Siempre les digo (a nuestros chicos) que las medallas, al final, son pedazos de metal que se terminan llenando de polvo. Son recuerdos. Pero lo que perdura en la persona son las experiencias emocionales positivas vividas durante la práctica deportiva, la relación con los compañeros, con los entrenadores, los procesos de preparación vividos, el esfuerzo y el sacrificio diario que se convirtieron en un hábito para la vida de la persona fuera del deporte. En resumen el deporte deja una huella que queda presente para toda la vida”, nos comenta en la siguiente entrevista.
La noticia de Simone Biles causó revuelo al ponderar su salud mental por encima de una medalla. ¿Por qué nos sorprende tanto esto?
En el deporte tiene que primar el disfrute. La persona debe pensar que ese deporte es un ámbito en el que descarga estrés, donde la pasa bien, hace amigos y ejecuta acciones que le satisfacen. Por eso decimos que el deporte está al servicio de la persona, no al revés. Uno no compite con la obligación de sacar medallas, un deportista usa el deporte para su bienestar emocional, y de paso, obtener logros deportivos y superarse día a día.
En el caso de Simone Biles, yo creo que ella interiorizó que estaba al servicio del deporte, que se sentía obligada a ganar medallas, y al final su organismo dijo basta. Eso le ha hecho plantearse, en un momento determinado, el echar un pare a toda su actividad. Son estados de colapso del organismo, lo que nos recuerda que a ese nivel el deportista también puede tener bloqueos, como todos a nivel profesional.
Por historia y relevancia, el Regatas estaría obligado a ganar medallas. ¿Cómo evitar que nuestros atletas se sientan al servicio del deporte o incluso de la institución?
Una de las cosas que hemos primado acá es la orientación, pues el deportista ante todo es persona. Acá planteamos formar personas antes que formar máquinas de medallas, y en la medida que hay experiencias deportivas positivas, podemos garantizar que se mantenga en la práctica y con resultados.
También sabemos que la presión cero no existe, pero la idea es transmitir al deportistas que cuanto más disfrute, valore lo que ejecuta y cómo lo hace, más posibilidad habrá de tener un resultado positivo. No podemos generar deportistas que se obsesionen con ganar medallas o títulos, y eso implica un trabajo con los entrenadores, con los padres. Si nosotros hacemos un gran trabajo con los chicos pero los padres dicen que hay que ganar y ganar, entonces hablamos de un lenguaje diferente. Tenemos que lograr que el lenguaje sea el mismo.
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¿Está mal obsesionarse con los resultados?
Llegado el momento, puede suceder. Pero no es la mejor manera cuando se inicia con el deporte. Sin embargo, luego de muchos años de entrenamiento, cuando uno ya se siente bueno, eficaz y con resultados óptimos en el alto rendimiento, pues tiene que buscar el resultado. No diría que la palabra es volverse obsesivo, pero sí persistente. Por ejemplo, si estuve a nada de clasificar a unos JJ.OO., es normal que yo diga que en 4 años quiero hacer otro ciclo olímpico para ir, porque sé que soy capaz de clasificar.
Pero hay que diferenciar si hablamos de niños o deportistas formados. A los niños hay que hablarles del disfrute, y ese disfrute no debe terminar nunca. El deportista que ya clasificó a los JJ.OO. y busca una segunda participación, tiene que seguir disfrutando lo que hace, porque finalmente, el que está tanto tiempo y busca un resultado es porque realmente le gusta lo que hace.
El saberse bueno también eleva tus expectativas. ¿Cómo se maneja ese ámbito?
Un 100% de eficacia nunca lo tendrás garantizado, al final uno siempre quiere ganar, pero llegado el momento se pone nervioso y llega la presión. Uno de los motivos de abandono es aspirar a logros demasiado elevados para la capacidad del deportista, y eso es lo que evitamos acá. Queremos deportistas centrados, que aspiren de acuerdo a sus capacidades. Hay veces que a los niños se les hace creer que llegaran lejísimos y se les exige demasiado, tratándolos como adultos en lo físico y mental. Eso causa frustración y agotamiento mental.
sabemos que la presión cero no existe, pero la idea es transmitir al deportistas que cuanto más disfrute, valore lo que ejecuta y cómo lo hace, más posibilidad habrá de tener un resultado positivo
¿Qué hacer ante estos niveles de presión?
Es fundamental inculcar al niño que no está haciendo un deporte para ser un gran campeón. Obviamente puede que sueñe con serlo, pero lo inmediato es venir a pasarla bien, disfrutar y poco a poco ir logrando que permanezca en el deporte y tenga una capacidad cada vez mayor. Ver hasta dónde puede llegar. Evidentemente, siempre hay que hablar de objetivos, de la intención y ambición de superarse a uno mismo, si no, no estaríamos hablando de un deporte, sería solo una actividad física.
¿Cómo se trabajó con los chicos que fueron a los JJ.OO.? Algunos incluso debutaban. ¿Cómo se tratan esas expectativas?
Bueno, cuando hablamos de unos JJ.OO. ya hablamos de un nivel altísimo de rendimiento. Y si algunos marcan la diferencia, no son la mayoría. Deportistas como Simone Biles, Usain Bolt o Michael Phelpps son de esos pocos, los elegidos superclases y superdotados, que no solo nacen en un país que les brinda todos los medios, además son dotados física y mentalmente. ¿Y qué pasa con la mayoría? ¿Acaso son perdedores? Ya quisiera yo tener una medalla de bronce o de plata.
¿Entonces cuál es la clave?
Hay un concepto universal: que vayan felices a competir. Tanto para los que van a unas olimpiadas como para los que van a unos juegos metropolitanos. Al final el objetivo es el mismo: disfrutar y llenarte de emociones positivas. Yo estoy convencido que cuando un deportista tiene una gran hazaña, en el momento que lo logró disfrutó inmensamente de esa ejecución.
Un ejemplo de ello fue la venezolana Yulimar Rojas —batió récord olímpico y del mundo en salto triple—. Si la ves antes de saltar, los gestos que hace, cómo aplaude cuando se prepara. Está haciendo un gesto de disfrute total, viviendo el momento intensamente. Con el resultado llora y salta de alegría, pero no solo disfrutó la noticia de la marca, sino el proceso. Y eso que es un salto que dura 5 o 6 segundos, pero mientras lo hizo, estoy convencido que disfrutó muchísimo. Eso tiene que ver con la motivación intrínseca, y eso es fundamental, el transmitir disfrute con la actividad que está realizando.
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¿Qué pasa con aquellos niños que se van formando y descubren que no les gusta ese deporte?
Puede ser que lo obliguen a hacerlo, o porque se apuntó por estar con sus amigos. Pero siempre llega un momento en el que la persona tiene que elegir realmente qué deporte quiere seguir. Hay veces que por la rebeldía del adolescente, o por rechazo, interioriza que practican el deporte porque los papás quieren y terminan dejando la actividad. Yo les digo que no lo hagas por ellos, y que tienen dos opciones: irse o seguir fortaleciendo y obtener logros, pero desde la elección de uno mismo.
Me parece fundamental la capacidad de cada uno para elegir su destino y sus propias metas, sin olvidarnos que el viaje a esas metas es fundamental. Al final, el deportista cuando deja la práctica deportiva, siendo campeón olímpico o no, debe tener buenos recuerdos. La idea es que, aunque deje la alta competencia, continúe haciendo un poco de deporte. El deporte es un camino de vida.
¿Cómo se trabaja el manejo de la derrota?
Si se da una derrota, hay que ver las causas técnicas, tácticas, mentales o físicas, que son los cuatro pilares en los que se sustenta el rendimiento deportivo. Sin embargo, siempre buscamos extraer lo bueno de la derrota, porque siempre hay cosas buenas que se hacen. Lo que busco es que un deportista no se emocione demasiado por una victoria y que no se deprima por una derrota, porque la diferencia entre una y otra es mínima. Como en el tenis, una pelota que se va fuera por un 1 centímetro puede decretar una victoria o una derrota, pero no determina que uno sea maravilloso y el otro lo peor. Un centímetro no determina al deportista.
¿Y qué se trabaja en la victoria?
Extraer lo que se hizo bien y lo que se puede mejorar. Esa es la pregunta que uno debe hacerse siempre, luego de una victoria o derrota. La clave del rendimiento es el entrenamiento, y a más entrenamiento, más rendimiento. Siempre los encamino a que entrenen lo máximo y bien. El rendimiento tiene que ver con la planificación de entrenamiento, y para eso es fundamental el diálogo con los entrenadores. Al final, ganar es una consecuencia de cuestiones técnicas, efectuadas con una buena actitud. todo ello, te lleva a tener un buen resultado, aunque no esté garantizado.
Ficha técnica
- José Antonio Valdivielso nació en Bilbao, España.
- Es licenciado en psicología por la Universidad del País Vasco (España).
- Es máster en Psicología del Deporte, por la Universidad Autónoma de Madrid y el Comité Olímpico Español.
- Es cinturón negro (primer dan) en judo.
- Es técnico de natación por la Federación Española de Natación.
- Ingresó al Club de Regatas “Lima” en junio del 2004.
- Ha sido asesor de campeones continentales, mundiales y deportistas olímpicos, con presencia en eventos a nivel continental y mundial.