Historias de pandemia que enaltecen la figura de nuestros deportistas en su preparación para Tokio 2020. En esta primera entrega, nuestro navegante de la Clase Laser nos narra cómo fue que el encierro cambió su vida como deportista.
Al primer peruano clasificado a Tokio 2020, la noticia del ingreso a cuarentena lo agarró frío, pero no desprevenido. “Al principio creíamos que sería solo en una parte del mundo, pero poco a poco lo abarcó todo”, nos comenta Stefano Peschiera. Sin embargo, los rumores, alarmas y noticias que llegaban hasta el Perú, le dieron una idea de lo que serían los siguientes meses para su desempeño como deportista.
La bahía de Paracas fue el lugar en el que pasó la primera temporada del encierro, y aprovechó el tiempo para compartir conocimientos y aprender junto a los mejores exponentes juveniles del Perú en su disciplina. No estar solo lo mantuvo estable y tranquilo. Sin embargo, a más de un año del encierro, no olvida la sensación de estar fuera del mar por más de 30 días. “Al ser un deporte de libertad y reflexión, hay sentimientos que uno extraña y que no había dejado de experimentar desde que tenía 7 años”, comenta. Sin embargo, para el celeste dejar su lugar de práctica no lo desestabilizó por completo, pues “el núcleo es la parte técnica, y eso no se pierde de la noche a la mañana. Entonces te das cuenta que puedes dejar de entrenar mucho tiempo, pero sentirte aliviado porque solo habrán cosas que pulir”, agrega.
Tres meses después, llegó a Europa para entrenar con los mejores, con el grupo de élite. Fueron 5 meses y medio en el extranjero, gran parte del tiempo en Italia. “Ser parte del grupo de entrenamiento de veleristas reconocidos como Robert Scheidt, de Brasil, cinco veces medallista olímpico, y Jean Baptiste Bernaz, de Francia, subcampeón mundial, fue una experiencia que logré gracias a mi calidad de deportista y persona, porque no te unes a esos grupos sin tener algo por lo que inspirar u ofrecer”, menciona.
Uno de los torneos que le recordaron su potencial durante la pandemia fue en Kiel, Alemania. Un 14 de septiembre, casi seis meses después de la inmovilización, culminó en sexto lugar sin desentonar en las regatas. “No me fue mal porque, en general, siempre me encontré fuerte mentalmente, pero me dio una idea de las cosas que tengo que valorar y mejorar como navegante”. menciona.
Para el celeste, la situación es una oportunidad que le recuerda a la famosa frase: ‘Todo pasa por algo’. “Hace un año no hubiera pensado estar en el nivel en el que estoy hoy en día. Es increíble mirar atrás y ver lo mucho que he podido avanzar”, comenta.
La espera le dio una perspectiva distinta, ahora Stefano Peschiera es más consciente de su potencial, pero también de sus debilidades. Por primera vez siente que no se encuentra presionado o nervioso, solo con muchas ganas de luchar y cumplir con representar a nuestro país de la mejor manera. Su meta es llegar al top 10, y si las cosas le van bien, un diploma olímpico en el top 8 no estaría mal. Pero quién sabe, también podría estar compitiendo por una medalla en cualquier momento.
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