Pasar al contenido principal

Historias que enaltecen la figura de nuestros deportistas en su camino a Tokio 2020. En esta sexta entrega, recordamos cómo fue que nuestra velerista obtuvo el pase a su cuarta olimpiada consecutiva.

Cuando Paloma Schmidt se retiró de Río de Janeiro en el 2016, tras su participación en los Juegos Olímpicos, lo hizo sin terminar de entender la cancha en la que había navegado. Esta era compleja, con corrientes cambiantes y la obligaba a prestar el doble de atención para interpretar lo que sucedía en cada momento de la regata. Tres años después, la velerista nacional volvió a la ciudad brasileña, pero esta vez a la bahía de Guanabara, para definir un cupo a una nueva cita olímpica, su cuarta cita consecutiva. 

Su rival más fuerte era la joven Gabriella Kidd, brasileña de 22 años que obtuvo una medalla de plata en los panamericanos de Lima 2019. Un día antes de iniciarse la competencia, Paloma notó que el mástil de su embarcación estaba quebrado y su timón estaba hinchado por el calor. Pero las situaciones límite no la amilanan; por el contrario, la agrandan.

Así, luego de tres regatas en el primer día, culminó primera en la clasificación; en la segunda fecha bajó al segundo puesto, desplazada por la peligrosa Gabriella; y en el tercer día, después de una mala regata en la que iba séptima y con el resto de la flota bastante alejada, un cambio de viento inesperado —de esos que la sorprendieron en Río 2016— fue aprovechado por la celeste para escalar hasta la segunda posición. Seguía en pelea y todo se definiría en la fecha final. Aquel día Paloma voló.

«Deben haber sido las regatas más alucinantes que he corrido en muchos meses en cuanto a técnica y táctica», recuerda Paloma Schmidt, que volvía a casa empatada con Kidd en la cima de la clasificación. 

Se trataba de una final Perú-Brasil. Atrás quedaron las representantes de Venezuela, Chile y Ecuador, países que también buscaban su pasaje a las olimpiadas. «Me pude concentrar en la brasileña y aplicar mi estrategia de la regata final sin el estrés de tener a alguien más persiguiéndome; la tercera en el ranking estaba a ocho puntos de distancia».

La celeste tenía dos opciones: atacar a la rival y seguir aplicando velocidad en su carrera o cambiar a una posición más conservadora y tratar de alejarse. «Cuando la vi dudando en la línea de partida fue que decidí atacarla. No sé de dónde saqué esos nervios de acero», recuerda Paloma, que logró partir delante de Gabriella, tapándole el viento y dominando la regata en todo momento.

Kidd, tras un primer reclamo que no procedió, en el último tramo volvió a gritar «¡Yuri!». Había pedido una penalización por incumplimiento de la regla 42 de propulsión; es decir, balancear la embarcación para tener más velocidad que la que da el viento. «Escuché el silbato y vi la bandera amarilla. Pensé que me habían penalizado, pero fue a ella. Sucede que, al reclamar, ella misma terminó hamacando su bote sin darse cuenta», dice la peruana. Luego de veinte minutos de regata, Paloma cruzaba primera la línea y conseguía su pasaje a Tokio 2020.

Imagen
Foto: Sanyin Wu

Trayectoria histórica

Sus últimos años se resumieron en esos metros finales. Después de la experiencia en Río, Paloma Schmidt quiso ser más profesional y se obsesionó. Si una rutina no se completaba en el día, la deportista terminaba fastidiada. Durante la previa a Río entró en una fase de depresión; no salían los papeles, no tenía mucho apoyo ni tenía entrenador. «Recibías muchos portazos en la cara. La pasé realmente mal», recuerda. Ahora no; ahora quiere disfrutar de la que podría ser su última olimpiada, tanto así que, en el 2019, a mitad de año, se quedó sin preparador físico y decidió viajar a Italia, donde vive su novio. Allí convirtió su rutina en distancias en bicicleta e hizo un mantenimiento físico con todo lo aprendido a lo largo de su carrera. 

Después de su debut a los 21 años en Berlín 2008 —mediante una wild card y tras convertirse en la primera velerista peruana en clasificar a Londres 2012 y vivir por primera vez, todo el tiempo, en la villa olímpica de Río 2016—, ahora llega a Tokio con 33 años y la experiencia suficiente para saber con qué obsesionarse y qué situaciones hay que dejarlas pasar.

Para Paloma Schmidt, este es un momento para disfrutar del camino que le queda en su carrera, la que ya entró en los libros de historia deportiva del Perú: es la primera mujer en clasificar a los juegos olímpicos cuatro veces consecutivas. Natalia Málaga también ostenta esa cantidad de participaciones, pero no seguidas. «No sé si serán mis últimas olimpiadas. Aún no lo decreto. Ahora solo quiero disfrutarlo. Mi carrera ha ido más allá de lo que había imaginado. Creo que ahora mi obsesión es disfrutar el camino y dejar un legado de valores en el deporte a las generaciones que vienen».

Texto publicado en la Revista Regatas.
Edición 298 (2019).

Tokio 2020

  • Hora de competencia: 10:05 p.m.
  • Modalidad: Láser Radial
  • Sede: Puerto de Veleros de Kamakura