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En compañía de sus hijos, Pedro Guerrero fue recibido en el Club por nuestro director de Remo, Nicanor Revilla.

 

El número de su carnet, 103, da fe de que ha sido testigo de la evolución del CRL. Pedro Guerrero se hizo asociado del Club en 1950, cuando tenía apenas 17 años. Por aquel entonces, el “Lima” aún funcionaba en el antiguo local de Chorrillos. “Nunca pensé que el Club iba a convertirse en lo que es hoy, ni que tendría un tamaño tan impresionante”, confiesa. “Cuando me hice asociado, no existían la Villa Deportiva, ni San Antonio, ni La Cantuta, ni la filial La Punta. Nada de eso estaba en la mente de la gente cuando mi padre me hizo asociado”.

A mediados del siglo pasado, en Lima, aún se estilaba viajar en tranvía, medio de transporte que Pedro y sus colegas remeros utilizaban para trasladarse al Callao y entrenar en el mar de La Punta. Dormían en una casa propiedad de la Compañía Administradora de Guano del Perú, en un segundo piso que, pese a no contar con muchas comodidades, habían acondicionado como dormitorio para los bogas celestes.

 

En la década de los 50, junto a sus colegas remeros, en nuestra recién estrenada filial La Punta.

 

Los desayunos se realizaban en el comedor del Club Unión o corrían por cuenta de los propios remeros. “A veces íbamos a una cafetería de la avenida Constitución. Te servían café con leche en una taza enorme y un buen sánguche por un sol. Siempre estaba llena, porque ahí comían los marineros de los barcos que llegaban al Callao”, recuerda Pedro.

Todo cambió en 1953, cuando el CRL adquirió la propiedad donde hoy se ubica nuestra filial La Punta, en la calle García y García. Pedro evoca con especial entusiasmo los entrenamientos bajo la dirección del argentino Roberto Alfieri, quien nos dio un salto de calidad y nos llevó a obtener el Campeonato Nacional de Remo y el Banderín de Mérito. “Antes entrenábamos con Félix Arturo Paz, exremero que nos enseñaba a la buena de Dios. Con él hacíamos gimnasia y corríamos por los cerros, incluso hasta La Herradura”, detalla.

Pero el vínculo de Pedro Guerrero con el CRL no se limitó al remo. También se desempeñó como el primer director de nuestra filial La Cantuta. En 1964 comenzó a gestarse la idea de sumar una filial campestre, alejada de la capital. Para entonces, Pedro ya residía en Chosica y se trasladaba a Chorrillos una vez por semana. “Participaba activamente en las asambleas y era el único que insistía con el tema de La Cantuta”, cuenta. “Tanto fue mi ímpetu que me dijeron: ‘como tú conoces mejor la zona, lo mejor es que seas el director de la filial’. Y así me quedé a cargo”.

En reconocimiento a su labor, su nombre permanece grabado en una placa ubicada a la entrada de La Cantuta. Sin duda, Pedro Guerrero es parte de la historia viva de nuestra institución.

150 años escribiendo historias.

 

Pedro representó al Perú en varios sudamericanos de remo.