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Fotos de Vanessa Ferro

Cuando inició la pandemia, todas las actividades se paralizaron. Estar en casa nos dejó pocas opciones para distraernos, debido al confinamiento. Sin embargo, eso no detuvo a una amante del teatro, quien decidió que era el momento de dar un paso adelante y continuar haciendo lo que más ama: actuar. “Sentí unas ganas enormes de interpretar personajes y no pude resignarme a no hacer teatro. La idea de los teatros cerrados en todo el mundo me petrificaba”, confiesa Vanessa Demichelli. “Sabía que el teatro siempre renace de sus cenizas, pero para mí nunca murió”.

Nuestra asociada aprovechó el auge de la virtualidad para fundar TraSpunte Laboratorio. Mientras participaba en un curso de dramaturgia en la UNMSM, se dio cuenta de que “había muchos teatreros en las mismas circunstancias, con la misma necesidad. Así fue sumándose gente al equipo. Por eso, nuestro eslogan es: ‘Teatreros que sostienen teatreros’”.

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Aparte de directora de TraSpunte, Vanessa se encarga de supervisar todos los detalles de los montajes del laboratorio teatral.

La importancia de contar con un espacio como TraSpunte es que permite a sus miembros “crecer como teatreros, como profesionales y como personas. Nos mantiene activos generando oportunidades. Y es a través de la plataforma como logramos hacer visible nuestro trabajo”.

El streaming fue una herramienta que ayudó a la difusión descentralizada de contenidos culturales. “Las obras montadas virtualmente durante la pandemia fueron vistas en muchas ciudades del Perú, porque nuestro escenario era un link; nos encontrábamos todos ahí, a la misma hora, desde la ciudad en que estuviéramos”, cuenta Vanessa, quien este año montó la primera obra presencial de TraSpunte en el C.C. Ricardo Palma: “El muro”.

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Con frecuencia Vanessa visita las playas de nuestra sede Chorrillos.

Vanessa Demichelli descubrió su pasión por la actuación a los 12 años, cuando vivía en Brasil y veía el trabajo de las actrices en distintos montajes televisivos. La vida la llevó a convertirse en cirujana-dentista, pero desde 2008, luego de montar una obra para niños en el teatro Julieta, las tablas fueron ganando terreno en su día a día.
Además, tiene presente su paso por la academia de música del Club, donde, aparte de aprender a tocar la batería, se dio cuenta de sus propios ritmos y tiempos. “Es algo que me ayuda en el escenario porque el texto de una obra de teatro es como una partitura musical”.

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Gracias a la academia de música del Club, aprendió a ser constante y perseverante, y a encontrar sus propios ritmos.

Como asociada, Vanessa y sus hijos han compartido gratos momentos en el Club. “Me encanta ir a La Cantuta a hacer parrilladas, y San Antonio tiene una magia especial. Siempre he pasado bonitas vacaciones allí”, nos dice, a la vez que admite que no puede dejar de frecuentar las playas de nuestra sede Chorrillos. Estaremos pendientes de sus próximos proyectos.

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Vanessa ya se encuentra trabajando en un nuevo montaje teatral y en un taller actoral.