
El clima empieza a cambiar y, con él, renace esa energía particular que anuncia la llegada del verano. En nuestra sede Chorrillos, ese cambio se siente de inmediato: las familias comienzan a frecuentar las playas y los fines de semana recuperan el espíritu propio de esta estación del año.
La historia del Club está marcada por su vínculo con el mar. Aunque nuestra sede ha evolucionado con el tiempo, su esencia permanece intacta: amplios espacios frente a la costa, creados para la convivencia, el deporte, el descanso y la recreación. Un ejemplo entrañable aparece en una edición veraniega de nuestra revista Regatas, que retrata cómo la membresía disfrutaba de esta temporada allá por 1983 y 1984. Las imágenes muestran grupos familiares compartiendo bajo el sol y un ambiente donde cada día tenía un significado especial.
En aquellos años, la misa dominical —oficiada por el padre Pedro López a las 11 de la mañana— congregaba a numerosos asistentes, convirtiéndose en un momento de encuentro y reflexión. Más allá de la playa, abundaban las risas en las terrazas, los almuerzos en el Comedor de Verano, los partidos en las canchas de paleta frontón y los recorridos por los diversos espacios que ya entonces daban forma a nuestra Actitud Regatas.
Y cuando caía la noche, los sábados se iluminaban con las recordadas cenas bailables, reuniones que desde 1981 convocaban a un público entusiasta. Una tradición que perdura hasta hoy en nuestros eventos veraniegos, donde seguimos celebrando la alegría de estar juntos.
150 años escribiendo historias.
